El hacking ético puede mejorar la ciberseguridad en las organizaciones que pertenecen al sector financiero, al permitirles descubrir vulnerabilidades ocultas y abordar los riesgos antes de que los actores maliciosos puedan explotarlos.
Los ciberataques a las instituciones financieras han adquirido nuevas dimensiones: han pasado de ser simples programas maliciosos y suplantación de identidad (phishing) a ser ataques complejos y selectivos dirigidos por estados-nación y el crimen organizado.
Al mismo tiempo, los cibercriminales están poniendo la mira con mayor frecuencia en la «caza de presas grandes». El sector financiero es una de las industrias clave en este target.
Las instituciones financieras se enfrentan ahora a un aluvión de amenazas cibernéticas en constante evolución.
Estas pueden ir desde amenazas persistentes avanzadas, en las que los piratas informáticos se infiltran y permanecen ocultos en la red de una organización, hasta ransomware de triple extorsión, que implica exigencias de rescate para evitar el cifrado de datos, fugas de datos y ataques DDoS (denegación de servicio distribuido). Los cibercriminales incluso están utilizando tecnología deepfake para hacerse pasar por ejecutivos y engañar a los empleados para que realicen grandes transferencias de dinero.
Las defensas tradicionales ya no son suficientes. Para mantenerse a la vanguardia de las amenazas cibernéticas actuales se requieren estrategias de ciberseguridad más integrales, que incluyan arquitecturas de confianza cero, monitoreo continuo y respuesta a incidentes impulsada por IA para automatizar la detección y la solución de amenazas.
Sin embargo, incluso cuando se implementan estas medidas, las tácticas proactivas como el hacking ético son esenciales.
¿Cómo funciona el hacking ético?
Los hackers maliciosos, o de sombrero negro, son conocidos por vulnerar los sistemas para obtener beneficios personales o causar interrupciones. En cambio, los hackers éticos, o de sombrero blanco, utilizan sus habilidades para el bien.
Se ponen en la piel de los cibercriminales para simular ataques, probar sistemas, redes y aplicaciones para identificar vulnerabilidades no descubiertas y poder repararlas antes de que los actores maliciosos puedan explotarlas.
El proceso comienza con una investigación meticulosa del sistema objetivo. Primero, recopilan información sobre el sistema, escanean en busca de debilidades y analizan amenazas potenciales, buscando software desactualizado, configuraciones incorrectas o contraseñas débiles.
Una vez que encuentran vulnerabilidades, los hackers éticos ponen a prueba sus habilidades explotando estas debilidades para medir su gravedad, a menudo utilizando las mismas herramientas y técnicas que los cibercriminales. Luego documentan sus hallazgos y preparan informes completos llenos de recomendaciones prácticas para cerrar cualquier brecha de seguridad.
Los esfuerzos de los hackers éticos están autorizados e intencionales, y operan bajo estrictas normas éticas y legales para garantizar la seguridad e integridad de los sistemas que se están probando.
Cómo garantizar que los «hackers éticos» sean realmente éticos
Los hackers éticos aportan una combinación única de experiencia y perspectivas nuevas que pueden reforzar significativamente los equipos de seguridad interna, ayudando a las organizaciones financieras a superar las amenazas emergentes.
Sin embargo, es fundamental asegurarse de que solo se contrate a los profesionales más calificados y confiables.
La evaluación adecuada de los hackers de sombrero blanco es fundamental para mantener la seguridad y la integridad. Un proceso de evaluación exhaustivo incluye la revisión de las credenciales, las certificaciones y el trabajo previo de un hacker ético.
La idea es priorizar a las personas con buenas referencias, un historial de éxito comprobado y un conocimiento sólido de los requisitos legales y éticos.
También es fundamental revisar sus metodologías para confirmar que se alinean con los protocolos y objetivos de seguridad de la organización.
Además, es un deber asegurarse de que los contratos describan claramente el alcance del trabajo y los términos de confidencialidad y responsabilidad. Esto garantiza que todas las partes comprendan claramente lo que se espera de ellas, lo que reduce el riesgo de malentendidos o disputas.
Al abordar la contratación de hackers éticos externos con cautela y claridad, las empresas financieras pueden aprovechar las habilidades de los hackers de sombrero blanco y, al mismo tiempo, minimizar los riesgos asociados.
Reforzar la ciberseguridad: un imperativo empresarial para las finanzas y más allá
La combinación de equipos internos para la gestión continua de la seguridad y hackers éticos externos para evaluaciones especializadas es una estrategia óptima para garantizar que las organizaciones estén equipadas para frustrar posibles infracciones antes de que ocurran.
Los líderes financieros de hoy comprenden que la ciberseguridad no es solo un desafío tecnológico sino un imperativo estratégico. Por lo tanto, a medida que evoluciona el panorama de amenazas, también debe hacerlo el enfoque de la ciberseguridad.
Al adoptar nuevos procesos como el hacking ético y la integración de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y la automatización junto con la experiencia humana, las organizaciones financieras pueden desarrollar estrategias de seguridad más sólidas y proactivas.
Mantenerse informado, preparado y adaptable no solo ayuda a frustrar las amenazas cibernéticas, sino que también puede transformar la ciberseguridad en una poderosa ventaja competitiva.
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