A pesar de que el teletrabajo ya existía antes de la pandemia, no se practicaba ampliamente ni se reconocía como una forma legítima de trabajar: la mayoría de las personas simplemente usaban su oficina en casa para sacar trabajo después de su horario laboral o como un espacio temporal un par de días a la semana.
En otras palabras: el “trabajar desde casa” no se tomaba en serio y quienes teletrabajaban por completo solían ser vistos como personas ”raras” sin mayores habilidades sociales.
Pero todo cambió cuando la humanidad se vio obligada a confinarse en sus hogares y tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones debido a la irrupción del COVID-19.
Si bien se han realizado varios estudios posteriores a la pandemia sobre el impacto del teletrabajo en las personas, una investigación de la Universidad del Sur de Australia (UniSA) comenzó antes del covid, lo que ofrece un contraste muy interesante entre los puntos de vista previos y posteriores al virus sobre el trabajo desde casa.
La UniSA ha hecho seguimiento a los empleados que teletrabajan a lo largo de los años para evaluar el impacto de cómo la flexibilidad en el lugar de trabajo transforma la productividad, la salud mental e incluso las vidas de las personas.
La mayor ventaja del teletrabajo (antes y después de la pandemia)
Lo primero que notan los teletrabajadores al adaptarse al teletrabajo es la ausencia de desplazamientos. A menos que vivas a cinco minutos a pie de tu oficina, el simple hecho de llegar al trabajo aumenta la sensación de estrés y fatiga, y perjudica la salud mental.
Eliminar el desplazamiento proporciona, en promedio, 30 minutos extra de sueño nocturno, una cantidad considerable en una sociedad donde no se duerme lo suficiente. Además, aumenta el tiempo que se pasa con la familia y permite relajarse antes de ir a trabajar, ya que no hay factores externos que agoten a los empleados antes de entrar en la oficina.
Muchos incluso han descubierto que esto les da más oportunidades para mejorar su equilibrio entre la vida laboral, personal y sus hábitos saludables: si no se pierde tiempo en desplazamientos, es más probable que las personas pasen tiempo con su familia, hagan más ejercicio e incluso cocinen más, de forma más sana y nutritiva.
¿Y los límites entre el trabajo y la vida en el hogar?
Siempre existe el problema de la difuminación de los límites, ya que la línea entre el trabajo y el hogar puede volverse un poco más tenue. Sin embargo, si se tiene un espacio dedicado para trabajar, es menos probable que se crucen estos límites y la mayoría de las personas se vuelven competentes para establecer límites con su tiempo.
Otra preocupación ha sido la falta de interacción social y conexión con los compañeros y sus efectos en la productividad. Sin embargo, el estudio de la UniSA demostró que la productividad suele mejorar en un entorno de teletrabajo y que, si un equipo necesita vínculos fuertes para realizar su trabajo, existen formas creativas de mantener la conexión.
El principal impulsor de un entorno de teletrabajo saludable es una buena gestión, ya que las técnicas tradicionales de supervisión no son efectivas en este contexto.
Sin embargo, se ha demostrado que la flexibilidad, tanto en la ubicación como en el horario, mejora la satisfacción laboral y aumenta la concentración de manera importante.
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